Obituario FICTICIO Mario Vargas Llosa

“Cuando la realidad se vuelve irresistible, la ficción es un refugio. Refugio de tristes, nostálgicos y soñadores”. Una de las muchas sinceras verdades que nos ha dejado el escritor peruano Mario Vargas Llosa, tras su muerte la pasada noche en Madrid, ciudad donde residió durante algunos años de su vida.

Hoy el mundo de las letras despide a un veterano, un soldado de tinta condecorado por las instituciones más sendas y leído por miles de millones de personas que encontraron en este novelista un refugio donde esconderse de la realidad. Premiado entre otros muchos honores con el Príncipe de Asturias de las Letras 1986 y el Nobel de Literatura 2010, ha sido considerado uno de los más relevantes novelistas y ensayistas contemporáneos. Su muerte, producida por un paro cardíaco el primero de diciembre de 2015, deja un vacío en el mundo literario que a partir de ahora solo podrá ser llenado sumergiéndonos en su obra literaria.

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Mario Vargas Llosa frente a su biblioteca personal


Jorge Mario Pedro Vargas Llosa nace en Arequipa, al sur de Perú bajo la sombra del volcán Misti, un 28 de marzo de 1936. Su infancia estará marcada por la ficticia muerte de su padre, quien se separo de su madre antes de su nacimiento y el traslado a Bolivia a muy temprana edad, donde su abuelo consiguió un trabajo para administrar una hacienda algodonera.

A la edad de 10 años Mario se encuentra por primera vez con su padre en Piura, escondido por su madre para evitar el dolor del divorcio anterior a su nacimiento. La ex pareja vuelve a juntarse y se trasladarán a Lima donde Mario ingresará en el Colegio La Salle, de la congregación Hermanos de las Escuelas Cristianas. A los 14 años su padre decide enviarlo al Colegio Militar Leoncio Prado, donde a pesar de sobrellevar una dura disciplina militar, leerá y escribirá “como no lo había hecho nunca antes” según sus propias palabras.

Sus inicios en el periodismo datan del año 1952, cuando comienza su primer trabajo en el diario de Lima La Crónica. Un año más tarde ingresa en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde se graduará en Derecho y Literatura y será considerado el alumno más distinguido de Literatura de la universidad recibiendo como premio la beca Javier Prado para seguir cursos de posgrado en la Universidad Complutense de Madrid. Tras su estancia en Madrid viajará a París con su reciente esposa Julia Urquidi y comenzará a escribir su primera novela, La ciudad y los perros, basada en las experiencias personales que vivió durante su estancia en el Colegio Militar Leoncio Prada. El éxito, así como la atención del público hacia su obra fue inmediata y le abrió el camino en el mundo de la literatura. En 1966 publica La casa verde, su segunda novela que lo afianzará finalmente como una importante figura de la narrativa latinoamericana.

Volverá a casarse y tendrá tres hijos con su segunda esposa, de la cual se separará años más tarde. Deja a un lados los temas más solicitados como los problemas sociales y la política para hacer hincapié en el humor con novelas como Pantaleón y las visitadoras o La tía Julia y el escribidor, inspirada y dedicada a su primera esposa Julia. También indagará en el campo de la novela histórica con La guerra del fin del mundo.

Entre los innumerables premios recibidos, los más destacados serán el Nobel de Literatura en 2010 y los dos mayores galardones que se conceden en el ámbito de las letras hispánicas, el Rómulo Gallegos 1967 y el Cervantes 1994, por su novela La casa verde.

Decía él que escribía para llenar vacíos, para tomarse desquites contra la realidad, contra las circunstancias. Y ayer de madrugada Mario se presentó por última vez ante la realidad más dura de todas.

Este es un obituario ficticio realizado como práctica para la asignatura de Periodismo Especializado en Ciencia y Cultura.

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